martes, 23 de octubre de 2012

Con la revolución en la mente

Hacía días que tenía pensado escribir esto, pero la dedicación a otros menesteres ha querido que sea hoy, 23 de Octubre, cuando lo haga. Hoy, 23O, día en el que hay convocado un nuevo 'Rodea el Congreso' por parte de una multitud mayoritaria e indignada que, como bien dice por las redes sociales, "se niega a pagar una deuda que ellos no han provocado". O mejor dicho, incluyéndome, "nos negamos". Y es que es innegable que la situación a la que estamos llegando roza los límites de lo irreal, con unas medidas impuestas por ministros dirigidos por un Rajoy que a su vez es controlado por la bruja encorvada de Ángela Merkel, emperadora de un imperio alemán que parece vivir un "cuarto Reich", que continúan -y continuarán- exprimiendo al pobre para solucionar los errores del banquero. Una de las grandes consecuencias de esto nos la deja hoy el Diario Palentino, con una lamentable -que no inesperada- encuesta que refleja que, a día de hoy, 1 de cada 5 españoles viven por debajo del umbral de la pobreza.

Al margen de la manifestación en Madrid, el motivo de esta entrada es dejar clara mi indignación con un sector de los jóvenes del país. Y ya no de los jóvenes hijos de ricos empresarios o gente de bien que pueden permitirse el lujo de pagarse estudios privados aunque el hijo de su vecino no tenga un trozo de pan, no. Me refiero a los hijos del obrero. Me explico: Hace un par de semanas, en la Facultad de Comunicación de Sevilla -donde curso mis estudios del grado de periodismo- se celebró una asamblea con los alumnos de todos los cursos de todos los grados y licenciaturas para debatir si se hacía o no un parón académico durante la semana del 12 al 16 de Noviembre, acompañado, obviamente, de manifestaciones y movimientos para mostrar el descontento de los estudiantes con la reforma educativa y con la gestión en general del gobierno del Partido Popular. Como en todo, hubo opiniones dispares. Pensé que la mayoría estaría de acuerdo con la huelga, y de hecho, los primeros oyentes que dieron su punto de vista se mostraron a favor de ella. Sin embargo, comenzaron a salir alumnos defendiendo que el año pasado se llevó a cabo un parón de quince días que no sirvió para nada, salvo para perder horas de clase que no pudieron ser recuperadas. El "intermediario" del debate que se creó entre los chicos negó ésto, diciendo que el parón apareció reflejado en diversos medios de comunicación y que, como es lógico, no se consigue todo de una vez, hay que continuar en la lucha. Una compañera encrespó los ánimos del personal afín a la huelga diciendo que "quejarse no sirve para nada, lo que hay que hacer es trabajar todos juntos" y comparó la situación actual con la Alemania de la II Guerra Mundial, afirmando que salieron adelante cuando no tenían nada. Sinceramente, pienso que ambos contextos son totalmente incomparables. Entonces fue cuando un chaval que está terminando su último año de carrera tomó la palabra y dijo, con tono emocionado e inconformista, que por culpa de pensamientos como el de la chica anterior, él mismo en Septiembre tendrá que abandonar España para buscarse la vida en el extranjero. Con él, por mi parte, estoy completamente de acuerdo. Más aún cuando la FCOM se trata de una universidad pública, donde la mayoría de los alumnos estudian gracias a becas que cada vez parecen más difíciles de conseguir. ¿Que quejarse no sirve de nada? ¿Y quedarse de brazos cruzados sí? ¿Es preferible lo segundo? ¿Quién va a luchar por nuestro futuro si no lo hacemos nosotros? ¿No es preferible un parón de 5 días a un parón definitivo de los estudios de la gente como tú y como yo? Y sobre todo, como leí por Twitter: ¿y si la cura para el cáncer está encerrada en la cabeza de un niño que no tuvo oportunidad de estudiar? Al final, la votación del parón salió negativa, y no se realizará. Bravo.

En ocasiones de máxima indignación, con imágenes del abuso policial o con declaraciones de políticos como Cristina Cifuentes o el propio Wert haciendo de nuestro porvenir un callejón sin salida, me corre por la cabeza la necesidad de una revolución violenta, pero el saber que todo podría desembocar en un caos con miles de inocentes muertos o una guerra civil "calma mi ira", pues llevo dentro de mí un pacifismo latente que me han inculcado desde siempre. Sin embargo, no quedan en el olvido los miles de asesinados durante una dictadura que cada vez más se parece a lo que vivimos hoy. Por ello, espero que nadie se canse de gritar, rodear, grabar, fotografiar, alzar banderas, correr y levantar los brazos hasta que este sistema capitalista opresor de los débiles caiga de una vez por todas para dar lugar, al menos, a uno menos corrupto y socialista de verdad. Pero de verdad, no del que hace el PSOE. Y si puede ser, con la monarquía bien lejos.

Desde aquí todo mi apoyo a los que hoy en Madrid rodearán el congreso de los rateros. #23O


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